sábado, 28 de noviembre de 2009

La mirada de los otros/ suicidio


“Es divertido observar que Deleuze y Debord, dos respetados intelectuales de fin de siglo, se suicidaron sin motivos concretos, sólo porque no soportaban la perspectiva de su propia decadencia física. Estos suicidios no despertaron ningún asombro, no provocaron ningún comentario (…) Como rasgo sintomático, también podemos señalar la reacción del público frente a la perspectiva de un atentado terrorista: en la casi totalidad de los casos la gente preferiría morir en el acto antes que verse mutilada, o incluso desfigurada (…) Sobre todo porque nada, ni siquiera la muerte, les parece tan terrible como vivir en un cuerpo menoscabado”.
Houellebecq, Michel; Las partículas elementales; Barcelona, Anagrama, 2003.

La importancia del cuerpo, el miedo a vivir en un cuerpo menoscabado, más que a la muerte se puede relacionar a la importancia de la mirada de los otros como medio de aprobación y de ser aceptado en la sociedad.
Según Elías, Norbert en el proceso de civilización el cuerpo y sus comportamientos se fueron amoldando, cargando de coacciones sociales y auto-coacciones, y de sentimientos de vergüenza. La construcción del yo en ese proceso es a partir de la mirada del otro, el sentido que más se privilegia es el de la vista. El miedo al cuerpo viejo se podría relacionar con el temor al fracaso social, con la presión de la competencia social – en una sociedad en la que los individuos cada vez dependen más del otro para la realización de su propia vida, por la extensa diferenciación de funciones-, la ampliación de la reflexión más allá del presente, la previsión y reflexión sobre la consecuencia de un futuro más decadente, “la lucha contra el propio cuerpo”. También el miedo a ser más viejo podría ser asociado al temor hacia la falta de afectos y reconocimiento de los otros, un miedo que quizás puede llegar al extremo de no poder encontrar sentido y valor a la vida: el pensar que con correr del tiempo uno se va transformando en lo que para los otros es un marginado, en un ser cada vez menos competente y desagradable… quizás es lo que hizo que, en este caso, dos respetados intelectuales decidan suicidarse. Según Elías la competencia en la clase media y superior hace que “la justificación de su vida sea su profesión y su elevada posición social…”
Entonces, en base a Elías, el suicidio podría ser pensado como producto de la lucha entre lo social y lo individual, entre la coacción externa y el fortalecimiento de miedos internos –“miedo producido por la mirada y por el super-yo”-. El suicidio como una especie de querer liberarse de la amenaza del dolor, del descenso, la superación de otros y la supeditación ante los ojos de los demás.
También se puede relacionar a Michel Foucoult, ya que según él la sociedad moderna o estatal es organizada a través de la mirada. Toma el modelo del panóptico para explicar la sociedad moderna -la mirada del otro que no deja ser visto-. Los seres humanos viven en una vigilancia cotidiana (poder) a través de diversas instituciones -“de secuestro”- que se encargan de modelar, ejercitar y formar cuerpos dóciles (saber), sin dejar casi lugar a la ociosidad… ya sea desde la familia, la escuela, la fábrica, el hospital. “Las instituciones tienen la curiosa propiedad de contemplar el control, la responsabilidad, sobre la totalidad o la casi totalidad del tiempo de los individuos”. El tiempo y el cuerpo del hombre se ajustan al aparato de producción, la vida es totalmente administrada y considerada útil en cuanto es productiva. Por ende, el suicidio podría ser pensado como una manera individual de liberarse de las instituciones de encierro, del poder, la vigilancia y control… de la sociedad como cárcel.