martes, 9 de junio de 2009

La Ironía de Hoy


Todos hablan de lo mismo, miles de personas se unen y comparten el mismo tema de conversación… un país con charla de ascensor. Ciertos hechos sociales quedan ocultos, son dejados a un lado, velados detrás de ese electrónico imán comercial que atrae la mirada, el cuerpo inmóvil, la acción postergada.
Hoy el “show” se hace presente, nuevamente, 20 veces... Comienza su temática de la alegría, las de las sonrisas compartidas: las de esos pocos que nos apuntan con su mirada pintada, como que si nos estuviesen observando y haciendo partícipes de aquella simuladora felicidad abstracta, y las nuestras, de millones, quienes apuntamos nuestra mirada desnuda, sincera, que realmente observa y queda desprotegida ante la mentira fingida…
Hoy se burlan de la política y la burla se hace protagonista. Se entretiene a la gente para darle un poco de alegría y mientras tanto se la tiene, detiene, dentro de sus gigantescos puños oprimidos. La personas hablan y su hablar cada vez se parece más al eco de un sonido repetido que no dice nada, que solo calla. Gente, de todas clases, que discute sobre él y él solo acumula las palabras de los otros desconocidos en sus profundos bolsillos.
Hoy se dice lo que vende, solo importa los números del rating, y lo que vende se impone, arrasando a lo demás como una temible e imponente topadora.
Hoy su público se satisface con la burla caricaturesca de quienes los gobiernan, se conforma tan solo con eso. Mientras tanto se piensa a sí mismo como el vivo que se ríe de los tontos, los ridiculizados, cuando lamentablemente esos considerados tontos son los que deciden por los inocentes, creídos “vivos”.

domingo, 7 de junio de 2009

El Final Perfecto



Rondada de rostros expectantes en medio de su primera consagración, se encontraba aquella niña de ojos grandes y despiertos. Aquel día era suyo, su madre y padre reflejaban en sus sonrisas y miradas la alegría de aquel suceso. Mientras tanto la niña forjaba una idea de lo que estaba sucediendo: era su cumpleaños, su primer año. En torno a esa situación comenzó a escuchar el canto efusivo de aquel ritual, ese que se repetiría año tras año, con aplausos y sonrisas que le daban más ritmo y decoración. Frente a ella había una inmensa torta de chocolate con una vela rosa que desprendía de su punta un fragmento de luz dorada que se tambaleaba al son de aquella melodía. De pronto, la música calló y todos esperaban que ella ponga un fin, con un soplido, a aquella lucecita chispeante. Los rostros de todos los niños del lugar apuntaban su mirada ansiosa hacia la bebe y hacia el objetivo…fue cuando una niña se aventajo y así el brillo de aquella lucecita desapareció. Entonces demostrando su disgusto con aquel hecho aberrante, casi delictivo hacia ella, comenzó a llorar y todos los adultos preocupados buscaron una solución rápida: por segunda vez la vela se encendió. La bebe se apresuró y despidió con fuerza todo el aire de sus pequeños pulmones para lograr el final perfecto de aquel festejo, lo que ella deseaba en su primer cumpleaños: despedirse, con el contacto de su respiración, de la llamita y de su primer año.

lunes, 1 de junio de 2009

Contemplación ruidosa


Caminando por la 9 de Julio iba oyendo aquel desorden escandaloso, que circulaba y flotaba por el aire. Me perseguía sin darle otra opción a mis tímpanos aturdidos. Se apoderaba de mi pensar que solo se preocupaba por querer escapar. Los sonidos circulaban por las calles, algunos eran detenidos por el rojo, pero los otros eran tantos que aquel ruido gritón no dejaba de cesar.
Decidí buscar la tranquilidad de otra manera. Para callar la agitación tenía que llevar mi mente a otro lugar, fue cuando no tuve mejor idea que dedicarme a observar. Miles de bocas volaban, como mariposas con diversos colores y formas. Algunas se alejaban y desaparecían en el horizonte, otras se acercaban permitiéndome precisar su anatomía: algunas maquilladas, otras pálidas, algunas oprimidas, otras agitadas. Muchas se acercaban a aquella lata de moda, como unidas por un imán que las hacía dependientes, parecían esposadas.
Elegí observar otro espécimen, las bocas ya no me decían nada. Fue una excelente elección, un espectáculo a la vista, centenares de ojos diversos clavados en un punto inadvertido, también se desplazaban por el aire. Aparentemente apuntando al exterior, pero más allá de esa superficie aplanada todos se encontraban protegiendo su propiedad privada. Se me presentaban con distintos atuendos, algunos oscuros, otros claros. Cuando traté de desnudarlos se clavaron alertas en los míos, interrumpiéndome mi objetivo, como advirtiendo que no me cruce en su camino. Es más, en ese momento surgió la duda, quizás estaban haciendo lo mismo que yo, estaban creando una imagen de mí en sus ojos, desconocida imagen de mí.
Fue cuando me retiré de observar y preferí aceptar el ruido, que era más tranquilo, hasta llegar a mi destino.